¡Louisville lo volvió a hacer! Los 150 años del Derby de Kentucky se festejaron por lo alto este sábado 4 de mayo en el hipódromo de Churchill Downs, confirmando, una vez más, la categoría de esta competencia, la más importante del hipismo estadounidense.
El legendario hipódromo albergó a 156,710 asistentes, lo que alcanzó para una gran celebración, pero no para romper los récords de años anteriores. El costo de las entradas varió desde los $130 en zonas sin asiento y sin comodidades hasta suites de lujo, con comida y vista privilegiada, por las que se pagaron más de $5 mil.
Los pronósticos del clima de días pasados se equivocaron: no llovió durante las 14 carreras de la jornada.
Las nubes se fueron disipando y desde el mediodía el cielo quedó despejado, azul, tanto que muchos buscaron la sombra para protegerse de los rayos del sol y mantener la energía necesaria para las últimas carreras.
Al tiempo que la competencia se fue desarrollando, los ánimos fueron en aumento. Las expectativas, sin embargo, estaban puestas en el gran Derby, en —como dice el lema— “los dos minutos más emocionantes del deporte”.
Final de infarto
Luego de once carreras, cerca de las 7 pm, aún con la luz del sol, salieron los veinte caballos que compitieron por el trofeo más codiciado en el mundo de la hípica. Previamente, los jinetes hicieron su ingreso luciendo sus uniformes, como estrellas de cine, frente a las cámaras de los medios que transmitieron en vivo.
En los graderíos, la gente gritaba y cruzaba los dedos para que gane su caballo elegido. Cuando salieron disparados a la pista, la locura se tomó Churchill Downs.
La pista ya estaba en mejores condiciones, ya que la lluvia del viernes la había dejado convertida en un lodazal.
Los jinetes y sus caballos dieron todo de sí. El grupo se fue dispersando, pero en la última parte vino lo más emocionante.
El favorito Sierra Leone, Mystik Dan y Forever Young (de Japón), en la recta final, se apoderaron de la punta y cruzaron la línea de meta, prácticamente, al mismo tiempo. Fue necesario recurrir a photo finish para dilucidar quién fue el vencedor.
En las tribunas, la angustia. Finalmente, los jueces confirmaron el orden de llegada: Mystik Dan (2:03.34), que no estaba entre los favoritos, ganó el Derby. Le siguió Sierra Leone, que comandaba las preferencias, y en el tercer lugar, otra sorpresa, se ubicó Forever Young, que fue traído desde Japón y que ha competido en varias carreras alrededor del mundo.
La diferencia en la llegada fue de menos de un segundo y de apenas unos centímetros. El premio fue de $5 millones.
Un photo finish de la llegada de tres caballos no se había visto desde 1947 en este hipódromo.
Un dato particular: el jinete ganador fue Brian Hernández Jr y el entrenador Kenneth G. McPeek, quienes el viernes ganaron el Oaks con la yegua Thorpedo Anna, volvieron al podio con Mystik Dan. Fue un Derby inolvidable para esta dupla de profesionales que marcaron un hito al conquistar a día seguido las dos principales competencias de Churchill Downs.
“La última vez que el Derby se decidió por una nariz fue en 1996, cuando Grindstone superó a Cavonnier. El último photo finish de tres caballos fue en 1947, cuando Jet Pilot terminó una cabeza por delante de
Phalanx y a un cuerpo de Faultless”, explicó la sala de prensa de Churchill Downs.
Según las estadísticas oficiales, es la primera vez desde 1952 que un entrenador gana en ambas carreras en el mismo año y también la primera desde 2009 en que un jinete gana ambas carreras el mismo fin de semana.
Backside, con festejo propio
La zona de los establos, conocida como el Backside, tiene vida propia el día del Derby de Kentucky. Allí trabajan cerca de mil personas, de las cuales el 80% es de origen latino. Muchas no tienen documentos de residencia ni visa de trabajo.
Las caballerizas están ubicadas en una explanada, justo al frente de la gran tribuna principal, detrás de la pantalla gigante donde se transmiten las carreras y se pasa la información de las apuestas.
Por 13 o 14 dólares por hora, esos trabajadores son los encargados de la alimentación, la limpieza y los paseos de los caballos. Sin su cuidado, el Derby no sería posible.
Las jornadas diarias en el Backside inician a las 3 am y terminan tarde. A veces, los cuidadores se quedan hasta la noche, cuidando hasta el más mínimo detalle de los pura sangre.
Los de mayor experiencia trabajan de la mano de los veterinarios y sus reportes son decisivos para la estrategia de los entrenadores y jinetes.
En el Backside se habla en español. En el día a día, es común escuchar el acento y los modismos de México, aunque también hay una importante población oriunda de Venezuela (país con gran tradición hípica), Guatemala, Honduras y varios países del Caribe.
El día del Derby, la gente de los establos también celebra. Las áreas comunales, al aire libre, se convierten cada año en una feria, especialmente, de comida mexicana.
Desde las primeras horas del día, diferentes grupos de familiares y amigos se reunieron para compartir asados y platos típicos. También hay quienes se reúnen alrededor del Backside Learning Center (conocido como La Escuelita, que ayuda a los migrantes en asuntos humanitarios y educación), donde están las ventanillas de apuestas.
En uno de los espacios, los compadres —que podrían ser Juan, Luis, Pedro y Miguel— se vistieron con los sombreros típicos de México, mientras que las comadres —que podrían llamarse Rosa, Evelyn, Rosario y, por supuesto, María— llamaron la atención con un outfit combinado: prendas y colores de sus países con los típicos sombreros extravagantes del Derby.
Así, con el sabor, el color y el idioma de latinoamérica, el Backside festejó a su manera el siglo y medio de vida del Derby de Kentucky.
